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LOS DORMITORIOS

En marzo de 1944, el 90% de los presos compartían unos dormitorios superpoblados, verdadera acumulación de armazones de camas de madera en dos pisos. La vida social específica que se desarrolló entonces no era típica de la vida carcelaria, marcada por tensiones. Al contrario, la prisión, lugar de encuentro entre personas de orígenes muy diversos, permitió que las barreras sociales cayeran en parte.
Los detenidos políticos afirmaron sus propios códigos de sociabilidad, se organizaron alrededor de objetivos de supervivencia para soportar mejor el sufrimiento, y poco tiempo después, alrededor de valores de reparto y de solidaridad a través del implemento de tugurios y de un sistema de rondas, fue en las armazones de cama que, al anochecer, se caligrafiaron los diarios y se copiaron los mensajes clandestinos dirigidos al exterior.
Las pocas metralletas y granadas que entraron en los talleres gracias a la complicidad de guardianes resistentes, se escondían bajo los listones del parqué. No fueron utilizadas antes de la insurrección del 19 de febrero de 1944.

Autores : comité de redacción - Traducción : Paulina Brault.
Fuentes : Asociación de Amigos de los antiguos detenidos patriotas de la Central de Eysses (Amicale des anciens détenus patriotes de la centrale d’Eysses), L’insurrection d’Eysses, éditions sociales, 1974. Corinne Jaladieu, La prison politique sous Vichy. L’exemple des centrales d’Eysses et de Rennes, L’Harmattan, 2007.

 

La solidaridad 

 

El sentido de la solidaridad no era nada innato entre los detenidos que pasaban hambre. La tentación del individualismo sí existía y la contribución de cada uno necesitaba un trabajo de explicación continuo por parte de los responsables. La solidaridad se practicaba de varios modos, en particular con el sistema de los tugurios, en los cuales todos los bienes se ponían a la disposición de todos, bajo la vigilancia de un responsable que también estaba encargado de la repartición. La dirección que no tenía suficientes medios para asegurar el mantenimiento de los detenidos cerró los ojos repetidas veces sobre la organización de la solidaridad alimentaria. A menudo, el cargo incumbía a los detenidos con gran experiencia en este tipo de organización. En el patio 4, fue Édouard Planque él que se encargó porque había sido responsable del Socorro Rojo y luego del Socorro Popular.

 

Los diarios clandestinos 

 

La información circulaba dentro de la Central. De manera clandestina, los detenidos lograron proporcionarse un aparato de radio inalámbrico, escondido en la enfermería, que les permitió captar las noticias de la guerra y de la Resistencia. Luego, las informaciones eran transmitidas al conjunto de los detenidos, en particular bajo la forma de periódicos clandestinos, entre los cuales Le Patriote enchaîné (El Patriota encadenado), L’Unité (La Unidad), le Bulletin des jeunes (el Boletín de los jóvenes) y le Jeune enchaîné (el Joven encadenado).
Un equipo técnico estaba encargado de copiar el conjunto de artículos de la manera más legible, y añadir dibujos a veces humorísticos. No sólo evocaban la vida carcelaria, sino que también servían como fomento de la organización con vistas a incrementar la solidaridad entre detenidos.

 

Los zulos de armas 

 

Colocadas en el doble fondo de cajas de galletas, unas cuarenta granadas así como quince metralletas Sten desmontadas lograron ser introducidas dentro de la Central, vía los talleres. Las armas fueron escondidas en varios lugares de la Central, en particular bajo los listones del parqué del dormitorio de Jean Chauvet, bajo su jergón, así como en una pequeña sala situada frente al calefactor del patio 2.

 

La solidaridad de la población local 

 

La preparación de las festividades de Navidad en 1943 fue la demonstración por parte de la población de Villeneuve-sur-Lot y sus afueras de un arrebato de generosidad y de solidaridad con los resistentes encarcelados. Subrayó la valentía de numerosos habitantes en sus esfuerzos dirigidos a apoyar a los resistentes encarcelados. Los comerciantes y habitantes oyeron el llamamiento lanzado por los detenidos, hasta el punto que el régimen alimentario carcelario fue de mejor calidad en cuanto al del exterior que, debido a privaciones, resultaba muy insuficiente.
En una carta del 25 de diciembre de 1943 dirigida a sus padres, Paul Morin, al evocar la cena de Nochebuena, era consciente de que “muchos del exterior no habían comido tanto”. Añadió que: “unos panaderos de Villeneuve habían llevado un camión de buen pan fresco que hemos comido con trozos de paté de preguerra. Luego, hemos comido un buen pedazo de torta de manzanas preparada en la Central gracias a las donaciones de la gente de las afueras que era suculenta. Todo esto ofrecido por gente de la región. Un comerciante de Villeneuve nos mandó 150 litros de vino. Toda la gente de aquí es estupenda y hace lo que puede por nosotros”.

 

Los españoles 

 

Los detenidos de Eysses constituyeron la imagen o el reflejo de lo que fue la Resistencia interior: los tres cuartos de ellos eran militantes comunistas, la segunda gran familia política siendo los resistentes gaullistas. Entre Españoles, la proporción de militantes del PCE o del PSUC era todavía más grande con una singularidad sobresaliente: se supone que las direcciones de estos dos partidos en Francia habrían llamado, a partir de octubre de 1940, a rechazar a Pétain y a apoyar al general de Gaulle rechazando así cualquier forma de pasividad.

Los Españoles representaban cerca del 7 % de la población carcelaria de la Central de Eysses y el 43 % de los extranjeros que estaban encarcelados allí, o sea unos 85 reos. Se trataba en la mayoría de los casos, de republicanos exiliados a Francia después de la victoria de Franco y que prosiguieron la lucha en la Resistencia francesa antes de encontrarse detenidos. Los servicios policiales de Vichy y los nazis jamás sospecharon la importancia de ciertos militantes encarcelados en Eysses. Entre ellos encontramos dos allegados muy próximos de ambos dirigentes nacionales de la Resistencia española en Francia: José Miret para la zona ocupada y Jesús Monzon para la zona llamada Libre. Globalmente, la mitad de los detenidos españoles de Eysses eran ejecutivos altamente instruidos (oficiales o comisarios políticos) de la Guerra de España. Esto representaba un alto nivel de competencia y de experiencia militares.

Junto con los Españoles, también hay que mencionar los Brigadistas de Eysses, en primer lugar al coronel Fernand Bernard que dirigió el batallón FFI de la prisión. Su grado, lo obtuvo en España, primero en el Estado mayor de la 35ª División internacional y luego como comandante de la 139ª Brigada mixta. En resumen, más de una veintena de Brigadistas franceses y voluntarios en España – y por lo tanto también Españoles por la sangre derramada - fueron encarcelados en Eysses.